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Entender el mundo siempre ha sido una de las obsesiones de los seres humanos. Gracias a esto hoy sabemos que todos los átomos que componen nuestro planeta incluida nuestra especie, con excepción del hidrógeno, han sido producidos al interior de una estrella. Del mismo modo conocemos que existen muchas equivalencias entre la estrella más lejana y un átomo de nuestro cuerpo.
Esta búsqueda también ha acompañado a Cecilia quien desde temprana edad muestra interés por el mundo espiritual, lo místico y lo metafísico; sus inquietudes la hacen explorar respuestas más allá de la ciencia y lo visible.
Además, artísticamente se entrenó en técnicas de acuarela clásica, llegando a mostrar una gran maestría en el paisaje y la naturaleza. Pero luego, eso no fue suficiente y se negó a seguir copiando la naturaleza convirtiendo la pintura en elocuentes formas abstractas de color.
En esta serie, ella trabaja con efectos azarosos del material siempre manteniendo cierto control, es en esa tensión donde se revela su maestría. Su trabajo se caracteriza por una atención rigurosa a elementos formales como el color, el equilibrio, la profundidad y la composición, acompañada de la convicción de que esos elementos pueden revelar la presencia de una verdad filosófica. Usando su conciencia, la artista, intenta plasmar a través de su arte el universo y sus vibraciones, destacando su poder meditativo cuando involucran al espectador en un diálogo con la obra.
Pabla Ugarte
… Lo suyo es la acuarela, una técnica que exige minuciosidad y exactitud y que no transa con errores. Si bien Cecilia cuenta a su favor con un innegable talento innato, el proceso de producción de cada una de sus obras es persistente e inagotablemente sometido a revisión hasta conseguir aquella atmósfera precisa que busca representar. Asimismo, podemos percibir en su trabajo, una fuerte inclinación por la exploración de materiales ajenos a su procedimiento habitual, obteniendo con ello resultados sorprendentemente refinados, rigurosos y decidores.
Especulación, perseverancia y a la vez prudencia, son cualidades indispensables para conducirse en este largo y, ocasiones difícil oficio por el cual ella ha optado. Sabemos que no perderá su horizonte y que no se cansará de deleitarnos con la potente carga poética que emana de su trabajo. Por esa razón, apostamos por ella.
Lotty Rosenfeld
La pintora, que se dedica únicamente a la técnica de la acuarela, tiene el don de saber equilibrar la delicadeza de este medio con esos fuertes colores que son de su preferencia. El secreto está en sus ritmos vivaces, en esos árboles, muchas veces araucarias, que se yerguen hacia el cielo, destacándose contra la naturaleza que los rodea. Suele dirigir nuestras miradas hacia la parte superior de sus cuadros, donde sus múltiples tonos de marrones imponen su peso. Pero no deja de poner la nota lírica en el tratamiento de las plantas menores, de los bosques vistos en perspectiva, de esos parajes que reflejan algo que solemos dar por perdida: una naturaleza sana, aún intocada por el hombre y sus industrias.
Su aquilatado gusto cromático se impone en toda la obra. Impresionan los tonos finos de alguna de sus flores vistas de muy cerca y que se extienden delante de nuestros ojos. Sabe aprovechar la luminosidad de colores claros, como en una vista de dos veleros. Y sobresale en su manera de componer el cuadro, aprovechando e incorporando muchas veces el blanco del fondo, que no pocas veces deja de ser fondo para incorporarse y formar parte integrante de su solución plástica.
La acuarela no permite correcciones posteriores. Cada pincelada es definitiva. Y en la obra de Cecilia Anich convence plenamente la seguridad que demuestra, otorgándole al mismo tiempo poesía y finura, pero también consistencia y vigor.
Pedro Labowitz
En los años 90, Cecilia Anich decide que la acuarela es la técnica que más le acomoda y no cabe duda que es afín con ella, hay una sencillez en los materiales que se requieren. Pigmento, papel y agua son coherentes con los artistas: el papel se moja y tiene pocos minutos para su ejecución; están presentes en el control de la técnica y al mismo tiempo, estos materiales acuosos se comportan como ellos quieren, generando una fricción donde la artista se realiza.
Siempre la naturaleza está presente en su obra. En un principio, son platos llenos de diversas frutas y verduras, pero no son naturalezas muertas cualquiera, estas están vivas, a veces se pueden sentir hasta sus aromas. El encierro no le acomoda y rápidamente comienza a pintar paisajes y detalles de estos, es aquí cuando ella se siente en plenitud.
La artista trabaja en series. Las obras que realiza sobre la base de estos lugares que "le hablan" son extensas: podemos ver campos de palmas chilenas, lagunas altiplánicas del desierto, bosques de araucarias y campos, entre muchas otras y de todo esto, ella quiere capturar un sentimiento o una sensación.
Se podría decir que estos paisajes son una excusa para representar algo más allá: la artista está tremendamente interesada en que la energía del lugar y en lo que ella sintió estando allí sea parte sustancial de la obra. Lo invisible, lo silencioso, lo sin forma pero que lo impregna todo, lo que nos une con la célula más pequeña de nuestro cuerpo y con la última estrella del universo, eso es lo que Cecilia busca encarnar en cada una de sus obras.
Pabla Ugarte
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